Últimamente me estoy interesando cada vez más en ese concepto aún extraño en nuestras latitudes de las casas ecológicas, también llamadas ecocasas o ecoviviendas, y me parece interesante que el mayor número posible de personas conozcan algo más acerca de esta forma barata y limpia de construir, sobre todo ahora que el tema de la vivienda trae a tanta gente por el camino de la amargura.
En esto, como en todo, hay versiones más extremas y versiones más afines con el mundo “normal”. Si hubiera que definir la arquitectura sostenible, podría decirse que son viviendas orientadas a respetar al máximo posible el medio ambiente, sea con métodos y técnicas tradicionales, como con nuevas tecnologías, y ser lo más eficientes posibles, sea reduciendo el consumo, sea optimizando nuestros usos principalmente energéticos.
En la construcción ecológica hay dos grandes “familias” de ventajas: la relacionada con aminorar nuestro impacto ecológico, y la relacionada con disminuir nuestro consumo, que viene a ser lo mismo que ahorrar. En el caso de la energía se aprecia claramente cómo ambas familias se dan la mano, y existe una rama específica, la arquitectura bioclimática, preocupada por explotar las energías renovables y otros recursos, como la orientación de la vivienda, su ventilación, aislamiento…
Ecología y ahorro se dan la mano en las ecocasas
En realidad, lo que más me gusta es que la mayoría de las ideas de la ecología sustentable son de origen tradicional. La orientación de las casas es un recurso de aprovechamiento energético tan viejo como el hombre, por ejemplo, y los materiales tradicionales se utilizaban por algo. El propio objetivo de reducir el consumo, que puede parecer moderno, fue el principio económico de actuación durante generaciones y generaciones.
Así, combinaremos materiales variados (del tradicional adobe al sorprendente ladrillo PET reciclable, pasando por la paja o el hormigón de ceniza de arroz), recordaremos usos tradicionales (ahora llamamos compostera a lo que mi abuelo llamaba el hoyo de la mierda de la huerta), aplicaremos un poco de pensamiento new age (esto el que quiera) y hop!, tendremos una gran variedad de soluciones.
Como todo, no vale entusiasmarse el primer día, sumergirse en las toneladas de información disponible y luego agobiarse. En realidad, tampoco hace falta llegar a la casa de David el Gnomo. Creo que basta si procuramos aplicar en nuestras casas algunas de las soluciones de la construcción ecológica. Con un poco de flexibilidad e imaginación, será fácil dar con nuevas formas de hacer las cosas y aplicarlas de manera sencilla y barata.